Tú y yo (2ª PARTE)
Tú y yo (2ª PARTE)
-
Gracias….-
-
¿Por qué?
-
Por hacerme feliz- la contesté. La música seguía
sonando. Ella se quedó mirando a otra parte, algo avergonzada, y cerrando los
ojos. Nos miramos. Me acerqué a ella para darle un beso, pero ambas nos reímos.
Después de un rato, lo volví a intentar y sus labios encajaban perfectamente
con los míos. Nos separamos y me dio otro beso. Me di cuenta de lo mucho que la
quiero. Después me acompañó hasta el bus y nos abrazamos un tanto divertido. Y
no pude dejar de pensar en lo NUESTRO. Ya no sabia la forma de agradecerla todo
lo que hace por mí.
Al día siguiente, no la encontré bien. Normalmente, llegaba
con unos buenos días y abrazos matutinos. Cuando subimos, la pregunté que si
pasaba algo, que me lo dijese. Me ha mirado y me ha dicho que no me preocupase.
Como la profesora tardaba mucho, nos quedamos esperando en las escaleras.
Silencio. La zarandee suavemente el hombro, mientras la consolaba y la decía
que pasara lo que pasara, se solucionaría. Sonrió un poco, pero al rato, se
puso seria. Ana ha llegado después. Hemos intentado volver a hablar con ella,
pero hoy no daba muestras de que querer hablar. Supongo que no todos los días
se pueden estar bien. A última hora habló con la profesora para decirla que se
tenía que ir. Le explicó (a solas) la razón
y la dejó marcharse los últimos 5 minutos de clase de teatro. En un
rato, me incliné hacia ella:
-
Oye, Roni, si no quieres, no hace falta que
vayamos al cine.
-
Que sí. Que estoy a la hora. Tú no te preocupes,
¿vale?
En otro momento, te he dado un pequeño masaje en los hombros
y has cogido mi mano, indirectamente. Cuando sonó la campana, se fue. Por la
tarde, nos quedábamos a ensayar, así que comimos en el instituto. Nos enteramos
de que nos habían cerrado, así que pensé que al final no podríamos quedar. Eso
me hundió un poco, pero al final te vi y sonreí. La conserje abrió la puerta.
Parecía de mejor humor, así que no volví a sacar el tema de esta mañana. Cuando
quisiera contármelo, me lo contaría. Total, que acabamos a las 5. Esperamos
hasta las 5 y nos recogió mi padre y mi
hermana (que también fue con nosotras). Durante el trayecto, estuvimos hablando
sobre mi intercambio y sobre lo mal que estaba organizado. Sonreí a Roni,
porque momentos atrás, me dijo:
-
Sary, yo me voy a comportar….
-
Nah… No te preocupes. Actúa de forma natural.
No os he contado. Fuimos a ver ‘8 apellidos vascos’. La
película fue estupenda de mano del protagonista Dani Rovira y Clara Lago. Os la
recomiendo si queréis pasar un buen rato. De regreso, mi padre puso música y se
dirigió a mí mientras cantabas. Mi hermana y mi padre estaban delante, así que
a la hora de despedirnos, nos dijimos adiós. Lo pasé genial con ella. La
quiero. Mucho. Y sus besos son geniales. Espero poder darla muchos más….
¿Y quién dijo que no lo volvería a hacer? En los siguientes
días, nuestro amor iba y venía de aquí para allá. Unos días más, unos días
menos. Pero las sonrisas permanecían. Hubo un día en el que estábamos andando y
empezó a llover con algo de brusquedad.
-
¿No tendrás un paraguas por casualidad?- negué
con la cabeza. Ambas íbamos cogidas de la mano, soportando juntas la lluvia,
cuando puso música. Y, conjuntando con la lluvia puso: ‘No importa que llueva’,
ambas la fuimos cantando juntas.
-
Esto no lo hago por cualquiera- me había dicho
minutos atrás.
Nuestros pantalones estaban calados hasta un tope, apenas
veíamos con las gafas. Fue una locura. Pero lo volvería a hacer. Después de
dejarme:
-
Estás muy mojada-
-
¿Y qué?- la repliqué yo, divertida- ¿No me vas a
dar un abrazo por estar mojada?- me di un poco la vuelta, a pesar de que
seguíamos unidas, ella me abrazó y me sentí la persona más feliz del universo.
Simplemente por estar con ella. Los siguientes días fueron duros. Con la
francesa en casa, tenía menos tiempo con Roni. Recuerdo que un día, en una
clase de biología, me tocó salir a la pizarra a escribir qué era el
neodarwinismo. Mi francesa es muy maja. A Roni también le ha impresionado lo
bien que habla el español.
Mi Roni. Cómo la quiero. Me encantan sus ojos, sus labios,
su pelo, su risa…. Jamás pensé que este amor fuese tan fuerte. Tú y tus
preguntas algo incómodas. Tus estados en Tuenti y las conversaciones. Simplemente
tú. Me enamoras. Cada vez que me hablas, cada vez que me escribes, cada vez que
ríes… El lunes tuvimos una charla y no fuiste. En un primer momento pensé en
ir contigo (no muy convencida). Entonces, fuiste capaz de pararme los pies y
decirme que no querías ser una mala influencia para mí. Entonces, tras vacilar
unos segundos, la dije que iba, la abracé y la di dos besos en la mejilla. Al
acabar la charla, la volví a ver y me puse contenta de alegría. Me habló de que
a lo mejor se tenía que mudar (pero no ahora). Yo tengo una cosa clara: Si se
tiene que ir, la tendré que dejar ir, aunque no me guste. Porque a veces no es
lo que queramos nosotros, sino lo que necesiten los demás. También ha planteado
la idea de alquilar un piso…
Cada día
que me dedica una canción es fantástico. Cuando estoy sola, siempre pienso en
ella. En que está conmigo. A mi lado. Es
un sueño hecho realidad. Tengo ganas de volver a darla un abrazo. O UN BESO.
El lunes
quedamos. Ella se fue al día siguiente a Bilbao una semana, por lo que
decidimos quedar para despedirnos. No hubo mucho, la verdad. Bueno, miento. ¿Os
he dicho que ya ha pasado un mes después de lo nuestro? El día 19 fue, pero
quedamos unos días antes. Estábamos tan tranquilas, cuando de repente:
- Toma,
esto es para ti- Roni lo dijo de una manera casual, entonces lo abrí, y me
encontré ante un precioso dibujo (hecho por ella, que conste que ella es una
dibujante excelente) de dos ratones. Uno le daba un corazón; la otra, sonreía
enamorada. En una esquina puso Te amo
con un corazón y nuestros nombres. Era
precioso, yo, en cambio, la escribí dos cartas con un corazón (fabricado por
mí) con palabras que definían lo que era nuestra relación (tardé bastante),
pero valió la pena y volvería a hacerlo. Ella sonrió al ver su nombre colgado
en la pared. No estuvimos mucho tiempo en mi casa, porque realmente no
pintábamos nada allí. Después de dar una vuelta, no sabéis a quien me encontré.
¡A Amelia! ¿No os he contado nada de ella? Pues bien. Ella es la mayor del
grupo y no llegaba en el momento preciso exactamente. Se sorprendió al verme,
porque no me esperaba que estuviese con Roni.
- Muy
bonito. ¿Sabe algo de esto Silvia?- con esta pregunta no se refería a lo de
Roni (puesto que no se lo ha contado a ninguna de mis amigas).
- No…- la
miré un poco raro, la verdad. De Silvia tampoco habíamos sabido mucho que
digamos. Al despedirme de Roni, nos dimos un abrazo. Estuvimos a punto de
darnos un beso, (o al menos me pareció que Roni se había quedado con ganas),
pero estando Amelia allí, nada podíamos hacer. Una rabia, la verdad. Pero el
superabrazo no nos lo quitaba nadie. Después Amelia me acompañó hasta casa
mientras me contaba cosas de libros y películas.
Los días
que Roni pasó en Bilbao se hicieron un poco eternos. La eché de menos. Esa es
la verdad. Intentaba distraerme con cualquier cosa, pero era inevitable abrir
el Tuenti para ver si ella se conectaba o para ver si había dejado un mensaje (cosa
que había hecho y me había quedado sin palabras). El jueves hablamos un buen
rato y me dijo que la hubiera gustado que estuviese allí y que nos hubiéramos
quedado abrazadas ella y yo, juntitas, durmiendo. El viernes, (nuestro primer
mes), ella me llamó y hablamos de que tal nos estaban yendo las vacaciones. Me
enseñó a sus perros por fotos y acabamos con un ‘te quiero’. Al acabar la
semana, volvimos a la hostigada rutina diaria de ir a clase. El día más
predilecto no podría decir cuál es, sólo pasaban los días y mis libros se
llenaban de corazones en las que ella y yo éramos las protagonistas de esas
fórmulas, de esas letras, de…. Esa esencia. También atendía en clase, no os
penséis que porque tenga novia, voy a dejar de estudiar. Es más, parece ser que
me dio suerte en un examen de biología, (ya que lo habíamos hecho antes de las
vacaciones) y a la vuelta me encontré con un orgulloso y altivo 10. Me alegré
bastante, pero sé que no tengo que relajarme. Porque sé que cuando me relajo,
empiezo a bajar de notas, y si bajo de notas, empezaré a suspender y si empiezo
a suspender… Ya os podéis imaginar. En fin, me estoy saliendo del tema. El miércoles (día de fiesta), Roni y yo
quedamos. Ella me esperó en la parada. Amelia y mi hermana también habían
quedado para ir a la feria del libro. Estuvimos charlando durante un rato,
luego nos tumbamos en la hierba y… Música. Otra vez. Nuestro amor está lleno de
música. Porque a la hora de la verdad, ¿Qué hay mejor que la música para
endulzar el amor? ¿O para expresar algo que no sale de tus labios? No hay nada
mejor. Hablamos del sueño que me contó por Tuenti. Había soñado que uno de mi
clase salía conmigo y… En fin. No sigo, porque es asqueroso. Ella en tono broma
dijo:
-
Pobrecillo…- se lo pensó un momento- No, en
realidad, no.
Ella me explicó que
siempre había conseguido a la persona que quería siempre. Que un día llegó al
instituto, con una falda y maquillada y todos se quedaron alucinados por su
belleza. Tanto alumnos como profesores. Yo, sin embargo, no había tenido la
misma suerte a la hora de ‘ligar’.
-
¿Y por qué quieres ligar si ya me tienes a mí?-
yo la dije que ya lo sabía y ella sonrió.
-
Esas cosas ya pasaron- dije yo en un momento-
Cosas del pasado.
-
Sí, claro… cosas de 1 mes- me miró- sí, tienes
razón.
‘Bailando’ sonó en el parque. Estábamos abrazadas, nos
miramos, cada vez nos acercábamos más, las miradas insistentes, su mano por mi
barriga, nuestro abrazo… y nuestro beso. Beso fortuito que poco a poco se fue
incrementado amorosamente. Beso que me pilló totalmente desprevenida, pero que
hice seguir su curso. Beso en el que abrí los ojos para ver la cara de amor que
tenía Roni. Amor. Beso que poco a poco, fue despareciendo, que fue seguido de
un abrazo. Un abrazo fuerte por un beso en la mejilla. Nos separamos. Me quedé
sin palabras. Solo un Wow en bajito
salió de mis atrevidos labios. Simplemente no podía creerme que estuviese
sucediendo. Que estuviera con ella. Con Roni, y que me hiciese la chica más
feliz del universo. Y ahora pensaréis, una chica que vive su ‘pequeño’ cuento
de hadas, feliz, orgullosa… no tendrá problemas. Pues sí, los tuve. Pero como
en todas las relaciones. Todas ellas se asemejan a una rosa roja, una rosa
llena de amor y de sueños, pero con espinas. Espinas que obstaculizan nuestro
camino y que nos hacen sufrir. Al final, si el amor es verdadero, esas espinas,
aunque queden, hacen que la rosa crezca más y más. Porque como en toda pareja,
la vida no es siempre del color de rosa. Todo se complicó en una conversación
de Tuenti. Menos mal que se solucionó al día siguiente. Lo que más recuerdo es
que andábamos en silencio y que estuvimos sentadas en el mismo parque. Le di la
carta y aunque, al principio quería simplemente leérsela en voz alta, no pude y
se la entregué. Ella lo leyó con seriedad, así que no pude entrever ningún
sentimiento de por medio:
-
¿Qué piensas ahora de mí?
-
¿Eh?... Pues pienso lo de siempre- en otro
momento, ella cogió su mochila y se sentó en un banco. Yo la miraba. Nuestros
pies estaban a milímetros. Intenté acercarlo, pero ella lo quitó rápidamente.
La miré con tristeza. Miré a las personas que pasaban por allí.
-
¿Sigues enfadada?- sonrió y entonces supe
enseguida lo que eso significaba- Sí, pero no….
-
No, no estoy enfadada- me dijo ella limpiamente.
Durante un rato estuvimos en silencio. Pero luego acaricié la mano de ella y
puse mi cabeza en su hombro. Nos quedamos así, admirando el sol que de vez en
cuando, salía a saludarnos. Cerré los ojos, no me quedé dormida, pero Roni besó
mi cabeza cariñosamente y también puso su cabeza en la mía. Después de un rato,
se volvió a quitar y se puso en la misma posición de antes. Pero no pudimos
resistir volver a buscar nuestras manos y pasé mi mano por su hombro para
abrazarla. Ella miró el móvil
-
Tenemos que irnos.
-
Joo... Ojalá el tiempo se detuviese
Ella sonrió.
-
Venga, vámonos- al caminar me dijo- Oye, si te
dejara, que no digo que lo vaya a hacer, ¿qué harías?
-
Bueno, pues lo pasaría mal, lloraría, pero bueno
si no estás a gusto conmigo, pues no te voy a obligar a que estés conmigo- ella
asintió- ¿y si yo te dejara, que no digo que lo vaya a hacer?
-
Pues nada, te diría vale.
-
Vaya forma de tomárselo… En fin, cada uno a lo
suyo. Pero, ¿seguiríamos siendo amigas?
-
Bueno, depende de por qué cortásemos. Ya sea por
ti o por mí.
-
Entiendo, bueno no tenemos que pensar ahora en
eso. Lo único que no quiero es que sufras.
-
No te preocupes, tú tranquila- se paró en una
dirección- bueno, yo me voy por aquí.
-
Okey, bueno, pues nos vemos- la di en el hombro,
pero antes de pasar el cruce, la vi a lo lejos. ‘Quiero darla un abrazo o un beso, no puedo dejar que esto se quede así.
Ya he empezado a declarar mis sentimientos. No lo voy a dejar’ ‘Entonces, ¿a
qué esperas? Ve por ella’ Y por segunda vez en el día, hice caso a mi
corazón, fui hacia ella. Ella se encontraba atándose un cordón (siempre la
pasa, es un amor), la pillé un poco por sorpresa, y la di un sonoro beso en la
mejilla, la sonreí y me fui. Ella también me sonrió. Creo que quedó bastante
bien. Y la hice muy feliz. Al menos, eso espero. Pero sé que hice lo correcto.
Y me sentí muy orgullosa durante el trayecto a casa. Tenía ganas de volver a
verla. Pasara lo que pasara, daría igual. Porque simplemente sé que lo había
hecho bien. Y por una vez, hice caso a mi intuición y a mi corazón. A pesar de
ser mi novia, también es mi amiga y no la quiero perder. Porque Roni es alguien
que siempre quedará marcado en mi corazón. Quizá penséis que nuestro beso quedó
en cosa del miércoles, porque el día del trabajador volvimos a quedar. Me puse
una camiseta y una falda. Y viene ella y me quedó como… ¡Wow! Estaba realmente
guapa. Llevaba una camisa y un pantalón corto a juego con unas botas (aunque
hacía bastante calor). Me quedaba en mí en nada. En cuanto me vio, me saludó.
La saludé. Aunque al principio fue un poco incómodo, empecé a hacerla pequeñas
preguntas, que hicieron que charláramos y que todo lo malo se fuese. Luego
fuimos al centro. Dimos una vuelta, comimos un helado y después a su casa. Me
enseñó sus fotos, mientras yo abrazaba a un peluche. Aunque en un momento no
quiso mostrarme dos de sus fotos, aunque realmente estaba muy guapa:
-
No seas así- y entonces ya me dejó mirar un
poco. Cuando terminamos de ver fotos, vi la hora de su portátil: ¡LAS 21:15!
-
¡Ahh! Que ya no cojo el bus….- miré mi móvil.
Las 20:15. Suspiré aliviada. Me había pegado un pedazo susto. -
Por suerte, ella me acompañó después. Y no sé
por qué su mano encajó en la mía, y sonreí, mientras miramos a chicos
haciendo un poco ‘el chorras’. Al llegar a la parada, nos abrazamos porque el
bus ‘tenía’ que llegar. Fue un abrazo muy largo. De vez en cuando, miraba por si venía. Pero no llegó. Ella me daba pequeños besos en el cuello (no penséis mal, por favor). Tenía ganas de darla un beso, asi que nos separamos poco a poco y nos lo dimos. Fue un beso dulce, romántico, coqueto. Un manjar para mi boca, por lo que no me pilló por sorpresa, sino que yo también la besé. Cuando nos separamos, nos quedamos mejilla con mejilla y hablamos sobre nuestro futuro. Ella me tocó la barriga:
- ¿Qué? Ya estás practicando para cuando seas mamá?
Ella rió y la quitó:
- Como eres- pero me siguió abrazando, junto con nuestras manos unidas.